1981 agosto 22

Hoy tuve un quiilombo espantoso en la oficina y lo peor es que fue mi locura nomás. Estaba en la cocina cambiando la yerba del mate al mismo tiempo que Esteban y como él vaciaba la yerba en el tacho al mismo tiempo que yo me ataqué y le dije de todo. Mientras me miraba sorprendido con sus grandes ojos negros le dije más cosas, todas de mierda, cosas que no pienso sobre él, pero tenía necesidad de atacarlo, patearlo sacarlo de su asquerosa mansedumbre. Se fue y se encerró en su oficina y, al rato, como siempre, me bajó la ficha y me sentí tan culpable que fui a pedirle perdón y cuando entré lo ví que estaba llorando.

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