1984 setiembre 16

Mi psicólogo es un nazi. Acabo de contarle como fui abusado y me acusa a mí.
Tenía 12 años y era muy inocente. La maestra había dado un ejemplo en la escuela, supongo que de civismo y humanidad, diciendo que si una mujer llegaba a descomponerse y necesitaba ayuda, nosotros debíamos llevarla hasta el baño. Puede sonar idiota, pero fue lo que dijo la maestra. A la tarde de ese mismo día, voy por la calle y un tipo empieza a mirarme, me sonríe y me empieza a hablar. Me propone ir al baño de un bar y yo lo sigo. Porque la maestra había dicho. Cuando el tipo intenta tocarme salgo corriendo. Pero según este enfermo, yo quería guerra. Lo odio. Odio todo lo que me dice, odio tener que pagarle cada mes indexado por inflación mientras a mí me aumentan el sueldo cada tres meses, odio su consultorio, odio a la estúpida de su secretaria siempe estudiando en la sala de espera, odio su ideología nazi que le sale a cada rato, odio la escuela a la que pertenece que son todos nazis, los de psicoterapia simbólica, y su jefa Mariana Ennis, odio la vinculación de ese grupo ultracatólico con la dictadura militar, odio a todos los curas que están produciendo y que un día serán obispos.

No me cabe tanto odio.